”Cuando la sangre es de una mujer maltratada, la herida es de todos”.
-Anónimo
El coronavirus es una pandemia peor de lo que habíamos supuesto, y no, no me refiero a lo terrible que han resultado los contagios y sobre todo, las defunciones, los fallecimientos. Hablo de los daños colaterales que ha dejado un mal, que retratan de cuerpo entero a una sociedad que no estaba preparada para el encierro, ni para escuchar a su silencio, ni para acompañarse por la soledad.
En días pasados, el Presidente de México refutó a la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, al negar que hubiese crecido el maltrato hacia las mujeres en el confinamiento: “... puede haber cifra negra, pero en las denuncia no ha habido un incremento”.
Y en su afán por ofrecer una visión distinta de la realidad, en sus “otros datos” aseguró que “En México tenemos una cultura de mucha fraternidad en la familia”. Dado que sus palabras causaron revuelo y ante la airada queja de diferentes grupos defensores de las mujeres, tiempo después matizó sus palabras y aceptó que si se daba este fenómeno en los “hogares” mexicanos. Sin embargo, volvió a minimizar el problema y aportó “otros datos”:
“No quiero decir que no exista la violencia contra las mujeres, pero el 90% de las llamadas que registran por violencia contra mujeres, son falsas”.
Pero son las mismas cifras oficiales las que dan cuenta del fenómeno. El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Protección ciudadana, dio a conocer que en marzo se registraron más de 20 mil 200 denuncias por violencia doméstica, la cifra más alta en cinco años.
Y es que lo que tendría que ser un lugar sagrado, un hogar, una trinchera, un refugio, es para muchas mujeres una prisión, una jaula, un lugar donde encuentran todo menos respeto, reconocimiento, amor. La cuarentena ha agudizado esta problemática, donde los “machos” creen ser dueños de sus esposas y, por lo tanto, el maltrato, las vejaciones, los golpes, las humillaciones, las violaciones y hasta los feminicidios, forman parte de este cocktail de enfermedad y misoginia.
La realidad es que el confinamiento ha hecho que las víctimas, pasen el mayor tiempo posible con sus verdugos, con sus victimarios, con sus maridos golpeadores, quienes presas del encierro, el fastidio, el hastío, el alcohol y su “poca hombría”, descargan su frustración en la familia y, particularmente, en las mujeres.
“Las condiciones de desigualdad, donde las mujeres son sometidas por los hombres en medio de esta visión patriarcal, permiten que se reproduzcan las violencias y peor aún, las violencias extremas”,
aseguró para este análisis, la Periodista experta en derechos humanos y temas de género, Margarita Guillé.
Y la descripción de lo que está sucediendo en torno al maltrato a las mujeres, es escalofriante, “en la familia y en los hogares es donde se dan más violencias”. Pero el asunto no para ahí, el 70% de los feminicidios ocurre por parte de un familiar, el marido mismo o una persona cercana.
Estos datos contrastan con los dichos del Presidente, quien, según él “la familia en México es excepcional, es el núcleo humano más fraterno”. Aquí hay dos explicaciones, o al Presidente alguien no lo asesora y le explica el tema con “peras y manzanas”, o el mismo no es de su interés y por lo tanto, no lo domina ni profundiza, como lo demostró cuando se dieron la marcha y el paro de mujeres de marzo pasado.
En fechas recientes, más de 6 mil mujeres enviaron una carta al primer mandatario y entre otras cosas apuntaron:
“Sus declaraciones, decisiones y omisiones fortalecen la impunidad y normalizan la violencia contra las mujeres, niñas y niños, al negar e ignorar el peligro que viven en sus hogares”.
El fenómeno se acrecienta por las características mismas de la cuarentena, por tal motivo, las mujeres violentadas no pueden pedir ayuda de forma tradicional, ya sea por teléfono o saliendo a la calle a solicitar el apoyo. Es por estas razones que en otros países han optado por maneras subrepticias y disfrazadas que les permitan a ellas, hacer el llamado de auxilio.
Al desaprobar las palabras del Presidente, para Margarita Guillé, quienes están encargadas de las políticas en favor de las mujeres dentro del gobierno, además de diversas autoridades, están perfectamente enteradas del tema, por lo tanto, las medidas de protección y vigilancia en torno a las mismas, se habrían incrementado en la pandemia.
El toque de queda en muchos países ha dejado indefensas a muchas mujeres, las cuales no cuentan con transporte público ni albergues, pues estos no están considerados como “esenciales” y por lo tanto, no están operando de manera normal.
Es por esta difícil situación, que la Red Interamericana de Refugios, a la cual pertenece Margarita, se ha dado a la tarea de recabar firmas, para que los países del orbe, tomen cartas en el asunto para tomar medidas especiales, suficientes y necesarias para atender las violencias contra las mujeres en tiempos de emergencia.
Aquí les dejo el link:
https://twitter.com/RireGlobal/status/1261219401929547779?s=20
Queda claro, entonces, que el maltrato a las mujeres en medio de la pandemia, es una realidad en México y el mundo, condición que empeorará ante la crisis económica que ya estamos viviendo y que se da como resultado del coronavirus. Las mujeres en el mundo no tienen patrimonio propio y a decir de Guillé, sólo el uno por ciento lo posee. Ni más ni menos.
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