“No usaré guardaespaldas, la gente me cuida y respeta”
-AMLO
Mucho se dijo que en la Ciudad de México no lo había, que no existía, que éramos inmunes a ello. A pesar de las evidencias, los temas de delincuencia organizada eran negados una y otra vez por las autoridades en turno. Sin embargo, el atentado en contra del Secretario de Seguridad Ciudadana de la capital, Omar García Harfuch, deja en claro que el destino nos alcanzó.
Fue hasta hace poco que el gobierno de Claudia Sheinbaum, reconoció que en CDMX cohabitaban grupos del narcotráfico.
El hecho de que supieran los horarios del Secretario, su ubicación y el armamento que se utilizó, habla de dinero, de organización y coordinación para ejecutar el plan en contra de García Harfuch, así lo considera Cristian Jiménez, Experto Internacional en Armas de Fuego y Analista en estos temas, a quien consulté para este texto.
“Si esto no es crimen organizado, delincuencia organizada, no se qué más pueda ser”, puntualizó Jiménez, quien aún recuerda a Miguel Ángel Mancera afirmando que “en la ciudad no había crimen organizado cuando aparecieron unas cabezas en la calle”.
El atentado de este viernes en contra de la máxima autoridad policiaca de la capital, es el destape formal del problema que ya se tenía encima desde hace tiempo, pero que, por no reconocerse no se había querido atacar.
Cristian Jiménez no descarta que el Cartel Jalisco Nueva Generación haya sido el organizador del crimen. La infiltración del itinerario de García Harfuch, el material y el tipo de armas apuntan hacía una red amplia que el CJNG puede hacer pero, “tampoco dejaría de lado que se trate del resultado de los distintos operativos, que el Secretario ha tenido en el combate a la delincuencia en la ciudad”, aseguró.
A pesar de que muchos consideramos que esto se trató de un desafío al Estado mexicano, por haberse hecho en las primeras horas del día, en una calle tan transitada como Reforma y sobre todo tan vigilada y, en un hecho insólito a una autoridad de ese calibre, el también Asesor de la SEDENA lo descarta. “Esta no es la primera y tampoco será la última vez que un Cártel delincuencial quiera hacerle daño a un Secretario de Seguridad Pública, más bien es el resultado a las acciones del mismo”. Aseveró.
-¿Por qué a García Harfuch y no a otro?- fue la pregunta de este reportero.
-Independientemente, de la opinión buena o mala que podamos tener del Secretario de Seguridad Ciudadana de la CDMX, ha dado resultados que han pegado en las operaciones de la delincuencia organizada en la capital, por eso fueron tras él.
Omar García Harfuch es hijo de Javier García Paniagua (Titular de la extinta Dirección Federal de Seguridad durante la guerra sucia de los 70), y María Harfuch Hidalgo, mejor conocida como María Sorté; nieto de Marcelino García Barragán, Secretario de la Defensa Nacional en el gobierno de Gustavo Díaz Ordáz (Si, en los tiempos de la matanza de Tlatelolco en el 68).
La noticia corrió como reguero de pólvora y cambió la agenda de autoridades y quienes nos dedicamos a la información; lo que parecía un viernes normal, después del susto del último sismo, cambió al empezar el día. Y es que se trata de una llamada de atención para el resto de los funcionarios públicos que tienen que ver con la seguridad en el país.
“No podemos tapar el sol con un dedo; las políticas de seguridad que ha seguido el gobierno capitalino, acordes con las líneas de austeridad de la autoridad federal, también tienen mucho que ver en el atentado: una sola camioneta para proteger al Secretario de Seguridad Ciudadana me parece impensable”.
Dicen, los que saben, que se trata de “Austericidio” el recorte de presupuesto a diestra y siniestra en los escalafones del gobierno y que ya han hecho estragos en distintos rubros, por lo tanto, (y después del atentado) “el Estado tiene que tomar nota de la protección que tiene que brindarle a todos los involucrados en la seguridad pública del país”, consideró Jiménez.
“Secretarios como García Harfuch necesitan ser protegidos con todo el poder del Estado..., no podemos permitir que grupos delincuenciales les peguen de la forma en que lo están haciendo. La protección tiene que abarcar al Presidente, porque se trata de un tema de seguridad nacional que, de no hacerlo, puede pegar en la estabilidad del país”.
-¿Hasta dónde vamos a llegar?- fue mi última pregunta.
-Vamos a llegar hasta donde la estrategia de “abrazos y no balazos” lo permita; mientras sigamos con la lógica de que “el que nada debe nada teme” vamos a tener un problema aún más grande.
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