La historia del mundo es un tribunal de juicio.
-HEGEL
Este domingo el Presidente López Obrador guardó un minuto de silencio por los muertos que el coronavirus ha dejado en México; antes dijo que se ha enfrentado con responsabilidad y profesionalismo la pandemia y reiteró su retórica de que la corrupción ya se acabó en el gobierno que preside.
"Es triste todo lo que está sucediendo, han perdido la vida más de 50 mil personas, nos duele mucho, lo digo de manera sincera, pero hemos actuado con responsabilidad, con profesionalismo, no se ha quedado nadie sin atención médica, no se han rebasado las capacidades hospitalarias porque venimos trabajando desde que inició la pandemia“.
También habría dicho que “le duele en el alma” los fallecidos, los muertos, los mexicanos que, en su mayoría población vulnerable, desprotegida y pobre, han caído ante la crisis sanitaria que ya nos coloca como el tercer país en número de muertos y entre las tres naciones que peor hemos enfrentado el problema de la pandemia.
Creo que es bueno que se recuerde a los mexicanos fallecidos, pero tenemos que aceptar que esto no ayuda en nada, además del símbolo que representa y que nos pinta a un mandatario triste por la tragedia. A este Presidente le encantan los símbolos y hacer proselitismo con ellos, además de que así, conecta con su público meta, con ese pueblo “bueno y sabio” para el cual gobierna y dedica la mayor parte de sus esfuerzos, comunicación y retórica.
López Obrador lo tiene bien claro, es Presidente de México pero en particular de un puñado de mexicanos que lo apoyan de manera incondicional, por lo tanto su narrativa va encaminada a ellos y ubica al neoliberalismo, a los ricos potentados, a los empresarios y a las clases altas como los enemigos de su régimen y del pueblo. De ahí que desde el púlpito de la mañanera señale con su dedo flamígero la dicotomía de: “estás conmigo o contra mi”.
Por ello clama y reclama a los medios “conservadores” que lo critican, que no le aplauden ni alcahuetean. Pareciera que pondera la máxima que dice “divide y vencerás”, por ello lleva a cabo esta polarización que para los fines prácticos de su manera y formas de gobierno, le viene “como anillo al dedo”. Es decir, él, la 4T y seguidores se instalan como los buenos y a todos los demás que discrepen o critiquen como los malos, los villanos a vencer de esta historia.
Volviendo al minuto de silencio, que reitero que poco abona y contribuye a frenar la emergencia, sería mejor que el primer mandatario usara cubrebocas y pusiera el ejemplo, sería más sano un cambio de estrategia tanto sanitaria como económica para no ubicarnos en el tercer nada honorable y decoroso lugar en muertos por COVID-19 y, de los países que han brindado muy poca o nula ayuda en medio de la emergencia.
Si la pandemia se hubiese enfrentado con verdadera “responsabilidad y profesionalismo” no habríamos rebasado la línea de los 50 mil muertos que tanto lamenta el Presidente; asimismo, el apoyo para las familias mexicanas sería otro, lo mismo que para las pequeñas y medianas empresas. Todo parece indicar que la clase media mexicana y que en gran medida hizo ganar a Obrador, fue abandonada a su suerte por un régimen que sólo abona por los simpatizantes y cortesanos, votantes cautivos, los de los programas sociales y no, México es un país más amplio que eso.
Hace poco hice una mesa de análisis para “El Dedo en la Llaga” en YouTube, donde tres grandes expertos dejaron en claro las razones que llevan al Presidente a no usar cubrebocas. Laurie Ann Ximénez, Claudia Rampazzo y Roy Campos, explicaron los motivos científicos, psicológicos y políticos que hacen que un gobernante tan querido (y repudiado), se niegue a aceptar el uso de la mascarilla.
Aquí les dejo la liga, porque la información del mismo es de vital importancia:
En resumen, AMLO niega su utilidad porque no quiere verse débil y vulnerable ante su pueblo, además el uso del cubrebocas da idea de que la economía está detenida y pausada e indicaría que las cosas no andan bien como él ha repetido a diestra y siniestra. Por otro lado, dichos expertos aseguraron que la gente vería con buenos ojos que López Obrador utilizara esta herramienta que, comprobado está por la ciencia, es muy eficaz para combatir contagios por COVID-19.
Vietnam, país donde se obligó a la población a su uso, no ha tenido ni un solo muerto; Nueva Zelanda que lo implementó desde el principio ha tenido menos de 30. Por lo tanto, decir que “no hay prueba científica que corrobore su utilidad“ es un mito.
El tiempo dirá y pondrá todo en perspectiva y a cada quien en el lugar que corresponde, porque podremos escapar a todo, menos al juicio de la historia.
EN MEDIO DEL MEDIO TV:
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