martes, 10 de julio de 2018

AMLO de apestado a Presidente.

A mi papá, por ser un hombre de izquierda, soñador, idealista, especial.



El triunfo avasallador de Andrés Manuel López Obrador el pasado uno de julio, no sólo le pertenece a él y sus más de 30 millones de votantes, sino a todos los mexicanos quienes desde sus trincheras, lucharon porque este país cambiara.

Bien hizo el tabasqueño en reconocer a todos aquellos líderes, en su mayoría de izquierda, que desde hace 50 años dieron su vida, su tiempo, su pasión y su voluntad por cambiar a México. Pero no sólo se trata de líderes, también de personas comunes y corrientes, gente de a pie, de toda índole, de todos los sectores, de todas las clases sociales, de todos lados.

Hoy todos quieren la foto con AMLO, hoy muchos de sus detractores lo alaban y han aceptado su triunfo, a pesar de que hace pocos días lo maldecían, denostaban y señalaban. Y es que López Obrador ha sido el político más atacado de todos los tiempos, el más satanizado, el más vilipendiado, el más vomitado de todos, es por todo ello que hoy llama tanto la atención el cambio de perspectiva de muchos, pero sobre todo, cobra mayor importancia e interés su éxito.

El aplastante logro de "El Peje" no es poca cosa. Se trata de un controvertido personaje que desde sus primeros años en el PRI, quiso hacer la diferencia en un partido autoritario, antidemocrático y criminal, pero no pudo, no lo dejaron. Su lucha a favor de los chontales, de los desprotegidos y marginados no es nada nuevo.

Quienes conocemos su historia sabemos que la vida del próximo Presidente de México está marcada por la lucha social, por el esfuerzo, por la perseverancia, por las caídas y los tropiezos, por lo errores, pero también por el éxito. Hoy es el Presidente más votado de los últimos tiempos, pero llegar ahí, no fue nada fácil, porque primero se echó al sistema encima, a los gobiernos, a las autoridades, a los poderosos y, me atrevo a decir que, al Estado entero.

Dos veces quiso ser Presidente y no pudo, o no lo dejaron, pero también, tiempo atrás dos veces pretendió gobernar su tierra natal, Tabasco y tampoco llegó. El sistema autoritario, desigual y criminal creó al monstruo y desde siempre quiso acabar con él. Hoy el tiempo le ha dado la razón y el uno de diciembre se convertirá en el primer mandatario de izquierda de México.

Hoy todos quieren saludarlo, abrazarlo, tocarlo, entrevistarlo, pero en aquellos años era el "apestado".

En 1995, después de una ardua labor de mi parte, logré convencerlo para una entrevista en un programa que yo tenía en la radio comercial de Tabasco. A pesar de que nadie se atrevía a cederle espacios en los medios, Andrés Manuel estaba reacio a charlar conmigo, supongo que por el maltrato de todos los medios en aquella época. Yo era un chamaco aún, pero dada mi insistencia, lo convencí.

Eran los tiempos de Roberto Madrazo como gobernador. Aquella época de las famosas cajas de la infamia que contenían información que acreditaba que Madrazo había gastado más que Bill Clinton en la campaña. Por lo tanto, darle los micrófonos a Obrador era "pecado", pero yo que siempre fui rebelde, políticamente incorrecto y hasta impertinente, pensé que era necesario brindarle espacio al opositor del cual, todos hablaban pestes.

Debo aceptar que fue gracias a Moisés Dagdug (QEPD), dueño de la estación radiofónica, que logré aquella impensable hazaña. Fue Moisés quien, en un afán democrático y audaz, me dio autorización para realizar una entrevista que de una hora pasó a dos horas de duración, debido al éxito de la misma. No fue una entrevista tersa, ni complaciente, más bien fue una conversación con preguntas fuertes y respuestas peores. Debo reconocer que de lo mejor que he hecho en mi larga carrera en los medios, de esas experiencias inolvidables, inéditas, únicas.

Al día siguiente vinieron las críticas, no sólo al "mesías tropical", sino a mi persona, por el sólo hecho de haberme atrevido a entrevistarlo.

Ya en CDMX me tocó acudir a sus ruedas de prensa en la madrugada cuando fue Jefe de Gobierno y yo era reportero en uno de los programas de Televisa para los cuales trabajé. Me lo volví a encontrar en un par de ocasiones más, sin embargo y hasta ahora, no lo he podido volver a entrevistar como en aquel momento, cuando nadie lo hacía, cuando nadie quería, cuando nadie se atrevía, ni se podía.

Hoy celebro su triunfo como tabasqueño y mexicano que soy, pero sobre todo como el idealista que hay en mi, como ese soñador que cree que las cosas pueden cambiar, ser mejores, distintas. Él lo ha prometido y espero que cumpla, sino, seré de los primeros en reclamar, cuestionar, exigir. Tiempo al tiempo.

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