miércoles, 22 de abril de 2020

A LOS HÉROES SIN CAPA.


El agradecimiento es la memoria del corazón
-Lao Tse

Hoy vi un video que me rompió el corazón y me hizo derramar muchas lágrimas, se trata del recibimiento que los vecinos le brindan a una enfermera, quien después de una larga jornada enfrentando al coronavirus, regresa a casa y es recibida con aplausos y porras por sus vecinos, quienes guardando Susana distancia, hacen vallas mientras la mujer va subiendo por las escaleras hasta llegar a su casa.

Al momento que vemos las imágenes se escucha de fondo el tema: Volveremos a brindar, una bellísima canción grabada para esta crisis por Lucía Gil. Así celebran los españoles a sus enfermeras y enfermeros, a sus doctores y doctoras, a sus médicos, a esos Héroes sin capa que lo están dando todo por los pacientes de Covid-19.



Imágenes similares se han replicado en Italia y otros países de Europa y otras latitudes, desde que la contingencia comenzó, donde a los trabajadores de la salud se les está brindando el lugar que se merecen en medio de una crisis que a todos, nos agarró por sorpresa. Mención aparte merecen las imágenes de médicos rezando, agotados, descansando en el piso e incluso llorando, dada la magnitud del problema.

Sin embargo, esto no ha sido así en países como el nuestro. En México y otras naciones, a pesar de que se trata de una minoría, no deja de sorprender la discriminación, las agresiones y el rechazo que ha padecido el personal de salud que atiende la pandemia.

Desde insultos en la calle, hasta baños de cloro, mensajes de vecinos para desalojar edificios o abandonar la zona donde viven, hasta el impedimento a usar el transporte público, golpes y demás vejaciones que no hablan de otra cosa, más que de una gran ignorancia e indolencia, por un lado; pero por otro, el coronavirus deja ver el miedo que ha provocado el tema, un gran estrés y angustia por todo lo que esta crisis ha acarreado consigo. Y es que la pandemia ha permeado el planeta casi en su totalidad, de ahí que no se tenga ningún lugar a donde escapar, más que quedarse en casa, si es que se puede.



Por todo ello es que las autoridades han tomado medidas como usar las fuerzas del orden para brindar mayor seguridad a médicos y enfermeros, e incluso transporte público y privado desde y hasta las unidades hospitalarias. Así también, se han otorgado habitaciones de hotel y otros apoyos.

Además de tolerar el maltrato del cual han sido objeto algunos trabajadores de la salud, los mismos se han tenido que enfrentar a la escasez de insumos médicos en hospitales y clínicas. Ya son varias las protestas que llevan a cabo por no contar incluso, con lo indispensable para llevar a cabo su valiente e importante labor. De igual forma, el personal médico, dado el riesgo que implica su trabajo, ha enfermado de coronavirus. Hace unos días el REFORMA publicó que el 9% de contagiados era personal de salud del IMSS. Otros más, ya han perdido la vida.



En días pasados, a mi sobrina Martha Laura, quien es doctora en un hospital de Mérida, Yucatán, donde se atiende a pacientes de Covid-19, le celebramos su cumpleaños vía zoom y, después de externarle nuestra preocupación, admiración y respeto, con la voz entrecortada pero con enorme entereza y claridad, nos dijo que ella no era ninguna heroína ni nada que se le pareciera, que ella estaba preparada para su trabajo y que, de hecho, lo disfrutaba, sin embargo, el momento era difícil porque se trata de una situación inédita, pero que pronto pasará. Desde ese momento dejé de preocuparme, pero entendí que para ser experto de la salud, se necesita vocación, espíritu de servicio y valor, mucho valor.

En seguida, les comparto las sentidas palabras que le dediqué a mi sobrina, porque aunque ella no lo acepte, aunque lo niegue, es y siempre será una heroína sin capa:


Siempre fue mi gran ídolo, mi superhéroe favorito. Superman podía con todo y con todos. Hoy descubro y redescubro que no todos los héroes usan capa, que para salvar vidas se necesita temple, talento y hoy más que nunca, valor. Marthita fue la primera sobrina que tuve y con ello y con ella descubrí que el mundo es bueno y que Dios no se equivoca. Marthita miró cara a cara a la muerte desde bebé y supo ganarle la batalla. A pesar de haber perdido a su padre en esa primera infancia, con el tiempo, mucho esfuerzo, apoyo y preparación, se convirtió en una profesional de la medicina con todos los honores. Hoy, ella es uno de esos héroes sin capa que cada día vuelve a verle la cara a la muerte para dar vida, para vencerla, para honrar su ejemplar profesión. Hoy Marthita es una de mis personas favoritas y así como ella da la vida por el prójimo, yo sin dudarlo, daría la vida por ella. Feliz cumpleaños hijita y que Dios te bendiga siempre, siempre!!!

Marthita no puede, aunque quisiera, pues tiene un destino que cumplir, lo mismo que millones en el mundo como ella, así que si tu puedes #QuedateEnCasa.






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